- Mala suerte, tu nombre no tiene íes, no sabrás nunca que número calzo porque no pienso bajarme de mis tacones por ti, jamás estarás tan cerca de mi cuello como para adivinar su olor y puedes estar tranquilo, nunca me abrazaré a ti por las noches, ni te dejarás nunca sudaderas en mi casa.
En lo último, en cambio no te equivocas, además te has jugado la boca...